Y dicen que no hace falta más.

Movimientos inesperados que dan volumen a una forma que ya no se reconoce.Y la forma se despega pudiendo distinguirse dos cuerpos que emanan calor humano. Vuelven a desaparecer entrelazando los brazos, uniéndose como si solo fueran uno, en un eterno abrazo.

Se miran, la mirada se entrecruza con el silencio de la habitación acabando en los labios de cada uno de ellos que en estos momentos emanan un dulce aroma a sinceridad, acabando en una sonrisa que fue sonora en un espacio de tiempo diferente.
Y dicen que no hace falta más, pues verlo hubiese sido casi tan hermoso como el haberlo vivido.
Y aun así se respiraba ganas de darse más, de llegar al final, pero destino decidió hacerlos esperar.
Y ellos se resignan como un par de niños que nunca pierden sus sonrisa ante la vida y que el simple hecho de estar abrazados los hace tan tontamente felices que llegan a olvidar que algún día llego a existir algo más. Ya no piensan que podría haber más, puesto que hoy ya no piensan...