Mis manos ya no controlan su pulso, mi aliento se derrite impregnando cada acera. El viento ya no roza el pensamiento del ser sino que divaga creando formas abstractas, que al no reconocerlas mi estomago grita y regurjita palabras de melancolía.
Pero hoy ya no llora la pena, sino la codicia del querer. Esta se quedo cegada por el placer y hoy le asquea cada bostezo del ayer.
Y ponerse el mundo del revés haciendo de la vida un gran paradigma de la melodía. Que los colores rondan por las mejillas del presente, que puede que me lo invente, que se va apagando su sonrisa y si es verdad que se inventa cerrara los ojos y se imaginara una gran sonrisa...
Porque hablar del alma es complicado y poca gente descubre las palabras que se esconden en las sombras de sus voces. Engañamos a nuestro sentir con miradas de porvenir con pensamientos que nos apropiamos como nuestros y no son más que cultura. Y acabar los textos como la vida, con un largo... no se!
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